La familia es el primer grupo donde interactuamos y por tanto el principal grupo donde aprendemos a socializarnos. Asimismo, y por lógica, los/as padres y madres son los principales orientadores en el desarrollo de los/as hijos/as y sus estilos educativos influirán de forma directa en el aprendizaje de la socialización de sus hijos/as (Izzedin y Pachajoa, 2009; Henríquez, 2014).
Y ante esto nos preguntaremos ¿Qué es un estilo de educativo?
Un estilo educativo (también conocido como estilo de crianza, estilo parental, modelo de crianza y/o pauta de crianza) se refiere a la forma de actuar de los adultos con respecto a sus hijos/as ante situaciones cotidianas, toma de decisiones y resolución de diferentes problemáticas (Torio-López, etc., 2008).
Es decir, cada vez que un padre o una madre se comunica con su hijo/a está empleando un estilo de crianza determinado. Asimismo, cómo interacciona el padre y/o la madre con su entorno es también información educativa que el niño/a está recibiendo.
El estilo de crianza de cada padre y/o madre va a estar directamente relacionado con sus conocimientos, actitudes y creencias, y cómo estas intervienen en la salud, educación, afecto y relación con sus hijos/as.
Llegados a este punto, cabe describir lo que implica la crianza, propiamente dicha. La crianza está conformada por tres procesos psicosociales: pautas, prácticas y creencias acerca de la crianza (Auierre-Davila, 2015).
- Pautas de crianza: son las normas que siguen los padres frente a la conducta de sus hijos/as. Dichas normas implican en sí mismas, normas sociales. Se comprende, que cada cultura va a dar lugar a pautas de crianza diferentes, ya que están influenciadas por el marco social (Izzedin-Bouquet y Pachajoa-Londoño, 2009).
- Prácticas de crianza: se refiere a las relaciones entre los diferentes miembros de la familia, siendo de gran importancia a nivel educativo el papel de los/as padres/madres en sus hijos/as. Así, las prácticas van a ser el conjunto de comportamientos que aprenden los/as niños/as de sus progenitores.
- Creencias acerca de la crianza: son el conjunto de conocimientos que tienen los/as padres/madres sobre cómo se debe educar a un/a hijo/a. Es decir, las justificaciones que un padre/madre dará sobre porqué encauzar la educación de su hijo/a de una determinada forma. Estas creencias van a dar seguridad al proceso de educación.
Estos tres elementos interactúan como un todo en las relaciones entre padres, madres, hijos e hijas, y van a definir cómo los niños y niñas van a desarrollarse tanto a nivel psicológico como social en diferentes contextos (Aguirre-Dávila, 2015).
Cabe comprender que cada padre y madre va a generar un estilo de crianza diferente para cada uno de sus hijos/as (Torío-López et al., 2008). Por lo que el estilo de crianza va a estar influenciado, no solo por el ámbito social, cultural y religioso de los padres, sino también por el número de hijos/as, el género de cada uno, la salud y la apariencia física.
Estilos de crianza
Tras comprender en qué consiste un estilo de crianza, y qué variables influyen, pasemos a definir los diferentes estilos de crianza así como las consecuencias derivadas de cada uno de ellos. A nivel científico, los investigadores reconocen tres modelos de estilos de crianza: autoritarios, permisivos y democráticos (Baumrind, 1991a; Gómez-Ortiz et al., 2015; Loja & Tuapante, 2015; Quezada, 2015; Raya, 2008; Torio-López et al., 2008).
Padres autoritarios
Este estilo de crianza se encuentra caracterizado por normas rígidas, valorando como principal virtud en los/as hijos, la obediencia y dedicación a las tareas encomendadas. De tal forma, los padres son críticos, estrictos e intransigentes, exigiendo en todo momento madurez por parte de sus hijos/as. De no cumplir las normas que rigen todo comportamiento y situación, llegando a ser tan extremas que limitan la posible autonomía de los/as menores, los/as hijos/as serán castigados.
Asimismo los/as padres/madres que desarrollan este tipo de estilo de crianza se caracterizan además por no ser comunicativos con sus hijos ni ofrecer afecto. Así, marcan una distancia dando lugar a niños/as inseguros, infelices, con baja autoestima e incluso retraídos. Debido a que han sido premiados por cumplir normas sin favorecer el desarrollo de la independencia e individualidad en sus hijos/as, esto generará falta de creatividad, menor competencia social y escasa autonomía personal.
Por último, y remarcando que nuestro principal ejemplo son nuestros progenitores, serán adultos poco afectivos, poco comunicativos y distantes.
Padres permisivos
En contraposición al estilo de crianza anterior, los/as padres/madres permisivos/as dan una gran autonomía a sus hijo/as, siempre que ésta no suponga un peligro para su supervivencia. De tal forma, autorizan casi todo sin exigir a sus hijos/as madurez ni responsabilidad en cuanto a la realización de tareas. No se establecen normas que estructuren la vida diaria de niño o niña, promoviendo que los/as menores se organicen por sí mismos/as.
Por otro lado, son padres/madres que se caracterizan por ser muy afectuosos y comunicativos.
Estos/as padres/madres se caracterizan porque tratan de huir de los recursos autoritarios tales como las restricciones y/o los castigos. En su lugar, cuando se deben tomar decisiones las harán de forma conjunta (padre, madre e hijos/as). Así, este modelo parental hace uso del razonamiento y da la oportunidad de decidir, aunque en ocasiones el/la hijo/a no tenga esa capacidad.
El problema presente en este estilo de crianza radica en que los/as padres/madres no son capaces de marcar límites. De tal forma, aunque los/as niños/as son alegres, tendrán un alto grado de dependencia, con altos niveles de conducta antisocial, ya que no se rigen por ninguna norma, y con bajos niveles de madurez y éxito personal.
Padres democráticos
Por último, los padres democráticos se caracterizan por usar la comunicación y el razonamiento de sus conductas. De tal forma, promueven que sus hijos/as se valgan por sí mismos, respetando su individualidad y la personalidad de cada uno/a, todo ello con una disciplina y valores establecidos.
En contraposición a la educación permisiva, los/as padres/madres democráticos dirigen las actividades de sus hijos/as haciendo para ellos uso de la comunicación racional. Asimismo, se imponen unos roles así como unas conductas maduras en los/as menores pero, a diferencia del estilo autoritario, hacen uso de la negociación. No aceptan el poder pode encima de sus hijos, de tal forma, es un modelo donde todos los miembros de la familia tiene unos derechos y unas responsabilidades con respecto a los demás.
Se caracteriza por la comunicación bidireccional, el desarrollo de la autonomía e independencia de los/as hijos/as.
Todo lo descrito fomenta que los niños o niñas comprendan las demandas de sus progenitores y respondan de forma correcta lo cual a su vez favorece las habilidades cognitivas.
Este tipo de educación hace uso del castigo pero de una forma “justa”, es decir, cuando realmente es necesario y explicando al/la menor la razón de dicho castigo. Los padres/madres son cercanos y afectuosos, marcando unos límites que serán firmes, pero que también serán explicados a los/as hijos/as de tal forma que se fomente el intercambio de información. Para asegurarse del cumplimiento de las normas, llevan un seguimiento cariñoso reforzando de forma positiva el buen comportamiento, en lugar de centrarse únicamente en los comportamientos inadecuados.
Este es considerado por los expertos el mejor estilo educativo porque permite interacciones familiares que dan lugar al desarrollo óptimo de habilidades tanto personales como sociales en los/as menores. Las conductas de los padres refuerzan la seguridad de los hijos, ya que se sienten seguros.
De tal forma, genera efectos positivos en la socialización, desarrollo de competencias sociales, índices altos de autoestima, bienestar psicológico, menor estrés, reduce los conflictos familiares. En sus relaciones con los demás estos niños se sienten independientes, cariñosos y hábiles en las relaciones sociales.
Cabe incidir en que la mayor parte de los padres/madres no tiene un estilo de crianza definido, dando lugar a pautas educativas contradictorias. Esto hace que los niños no sepan muy bien a qué atenerse, puesto que los padres/madres reaccionan de forma diferente en función del contexto, produciendo así consecuencias en el desarrollo prosocial y emocional de los/as menores (Izzedin-Bouquet y Pachajoa-Lodoño, 2009; Torío-López et al., 2008).
En resumen, debemos ser conscientes del estilo educativo que desempeñamos dentro de la familia, comprendiendo las implicaciones que cada estilo conlleva en el desarrollo psicológico y social de los/as hijos/as. Así, cabe incidir en que el estilo democrático es el recomendado debido a la influencia positiva que genera para el correcto desarrollo psicológico y social de los/as menores. Asimismo, recordar que incongruencias frecuentes en cuanto al estilo educativo que se desempeña también genera consecuencias en dicho desarrollo.